Por @milena.fracchia

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'' La naturaleza está ahí fuera, alrededor, en todas partes y adentro. 

Cuando contemplamos un paisaje estamos contemplando una parte de nosotros, o eso podría ser. 

La mirada, el pensamiento, el arte, son puentes que vuelven a unirnos con eso 

que en un inicio estaba unido. 

 

Tengo el hábito de contemplar el paisaje como quien visita a un amigo, a un pariente querido o al barrio de la infancia. Primero el reencuentro (que aunque sea por primera vez tiene algo de reencuentro, porque ambos sabemos que ya nos conocemos): nos abrazamos, yo con mis ojos y el paisaje con sus brazos de sol, de aire fresco, de colores. Después la charla: él me muestra como está y yo le suelto mis pensamientos. Luego compartimos un rato de silencio y cada vez nos sentimos más cerca. Con el paso del tiempo yo me voy volviendo un poco más paisaje y él va tomando algo de mí. Si tengo los instrumentos indicados puedo llevarme conmigo un poco más que un recuerdo.

 

Este encuentro sucedió entre un acantilado florido, cerca del mar y yo. Tenía conmigo un costurero, y luego de la charla fueron apareciendo en mi pequeño bastidor las flores y los colores de aquel paisaje.''